jueves, 8 de febrero de 2007

Ray Monk. Wittgenstein

El texto que hoy comento trata sobre un filósofo genial, Ludwig Wittgenstein y su trayectoria vital, desde su aristocrático hogar infantil, en Viena, hasta su muerte, en 1951 en Inglaterra, pocos días después de completar unas líneas de su libro, “Sobre la certeza”, con plena conciencia de que su próximo deceso.

Wittgenstein dejó honda huella en la filosofía a pesar de no haber publicado en vida nada más que un pequeño librito, el Tractatus Logico-Philosophicus, y una modesta crítica de un libro de lógica (aparte de un diccionario, abajo comentado, que no apareció con su nombre). No obstante ello su fama se extendió por todo el mundo y conquistó una cátedra en Cambridge alcanzando por los pelos las condiciones académicas necesarias para ello. Un apaño en el que su mentor Bertrand Russell y su amigo John Maynard Keynes, tuvieron mucho que ver. Sin embargo W. jamás se adhirió a la enseñanza universitaria y posteriormente renunció a su cátedra al juzgar que no tenía mucho más que decir y no era cosa de repetirse. Una originalidad para nuestra clase universitaria que no tiene ningún empacho en reincidir una y otra vez en sus tópicos.

Otra excentricidad inigualada, hasta ahora, consiste en abandonar el ambiente universitario, luego de escribir su Tractatus en las trincheras de la Primera Guerra Mundial (un lugar obviamente muy poco apropiado para tal menester), para enseñar como maestro de primaria en un perdido pueblo de los Alpes austriacos. Fue allí donde escribió un diccionario de la lengua alemana para uso escolar, adoptado luego por las autoridades pedagógicas de la región.

La vida y la muerte de Wittgenstein muestran una conducta insobornable que asombra en este mundo acomodaticio en el cual tener un puesto seguro y una renta estable es el colmo de las ambiciones de la mayoría. Algunos se escapan de esta norma, pero no desarrollan una orientación filosófica que conmueva a los profesionales de la filosofía como lo hizo Wittgenstein. Evidentemente para todos es posible ser original y creativos, pero muy pocos logran, además, que el producto de tal trabajo deje admirados a sus contemporáneos.

Wittgenstein fue inflexible consigo mismo, igual que con sus discípulos y con sus colegas. Su carácter no era próximo a la negociación ni a los compromisos en las cuestiones que le importaban. Visto desde esta perspectiva se comprende lo que escribió poco antes de morir:

Puede que Dios me diga: “te juzgo a partir de tus palabras. Tus propias acciones te han hecho estremecer de disgusto cuando has visto que otros las cometían.” (pág.522)

El libro muestra una cuidadosa investigación sobre la vida de W. y su trabajo filosófico. Lo considero imprescindible para entender los cambios en su pensamiento y el hilo conductor a través de estas modificaciones: su búsqueda implacable de la verdad sin enredarse en las múltiples trampas que el lenguaje nos tiende a cada paso.

El libro, entonces, cumple un doble propósito: ponernos al día de la vida y avatares de un filósofo importante del siglo XX y, simultáneamente, proporcionarnos una guía de lecturas y un inicio de comprensión de su filosofía.

Un ejemplo de lo último podría ser este análisis de Monk que transcribo para beneficio de todos los que siguen esta reseña:

“Comprender el humor, al igual que comprender la música, nos proporciona una analogía para comprender la concepción que Wittgenstein tenía de la comprensión filosófica de las cosas. Comprender no es descubrir hechos, ni extraer inferencias lógicamente válidas de premisas aceptadas –ni, menos aún, construir teorías-, sino que consiste en adoptar el punto de vista adecuado (desde el cual “ver” el chiste, oír la expresión de la música o ver la manera de salir de la niebla filosófica). Pero ¿cómo explicamos o enseñamos lo que queremos decir con el “punto de vista adecuado?” (Pág.480)… y no sigo con la respuesta que proporciona el mismo Wittgenstein porque ocupa media página y además tendría que seguir, luego con el comentario de Monk… y así de seguido; creo que resulta más práctico que el lector lo adquiera y lo lea por su cuenta.

Para terminar considero que el libro se lee sin dificultad, aunque con la necesaria tranquilidad y reflexión que demanda uno de estas características (no es una novela). Resumiendo: como biografía, ayuda a los que se interesan particularmente por la obra del filósofo y, lo que también importa, como esfuerzo de divulgación me parece excelente.

Ficha Biblográfica:

Monk((1990), Monk, Ray, "Ludwig Wittgenstein. El deber de un genio", Anagrama, Biblioteca de la memoria Traducción de Damián Alou, Barcelona, 2da.Edición, 1997, Tit.Orig: Ludwig Wittgenstein. The Duty of Genius, Jonathan Cape, London, 1990

6 comentarios:

José Biedma L. dijo...

Salva sea la originalidad y el rigor del pensamiento Wittgensteiniano, del que soy franco admirador, pero las comparaciones son odiosas, Brigantinus escribe: "La vida y la muerte de Wittgenstein muestran una conducta insobornable que asombra en este mundo acomodaticio en el cual tener un puesto seguro y una renta estable es el colmo de las ambiciones de la mayoría". Olvida el autor de estas notas que Wittgenstein pertenecía a una de las familias más ricas de la Europa de su tiempo. Siempre pudo permitirse el lujo y la generosidad de aburrirse de la rutina y de estar más allá de la necesidad.
José Biedma López

Anónimo dijo...

Estimado José Biedma,
La lectura del libro de Monk se la recomiendo para deshacer esta idea que tiene sobre Wittgenstein.
Le transcribo un fragmento de la pág. 170:
"Wittgenstein tenía muy claro que no sólo no debía utilizar los privilegios de su riqueza heredada, sino que no podía hacerlo. A su regreso a la casa familiar de Viena era uno de los hombres más ricos de Europa debido a la astucia financiera de su padre, que antes de la guerra había invertido toda su fortuna en bonos norteamericanos. Pero al mes de su regreso ya se había deshecho de todos sus bienes. Antes la preocupación de su familia y el asombro del contable de los Wittgenstein, insistió en que toda su heredad fuera traspasada a sus hermanas, Helene y Hermine, y a su hermano Paul (...). con el tiempo se convenció al notario de que ejecutara los deseos de Wittgenstein al pie de la letra. "¡Así que" suspiró aquél, "quiere usted cometer un suicidio financiero!".

Wittgenstein, como consecuencia de esta radical decisión se quedó absolutamente sin fortuna, además de abandonar la casa familiar.
Los avatares posteriores lo llevaron a desempeñar un puesto de maestro en un pueblo perdido de Austria, y cuando, casi una década después volvió a Cambridge, fue gracias a una beca que le consiguieron sus amigos, entre ellos Keynes y Russell.
Por lo tanto la afirmación, estimado José, "Siempre pudo permitirse el lujo y la generosidad de aburrirse..." es falsa. ¿Por qué Wittgenstein se suicidó económicamente? La razón se encuentra en su manera de pensar y en la forma en que trató de vivir su ética y su filosofía. Por la misma razón abandonó, posteriormente su cátedra en Cambridge, al considerar que se estaba repitiendo y no tenía nada que aportar a sus alumnos. Considero que la lectura del libro de Monk puede ofrecer bastante luz sobre la vida tan singular de este filósofo que, a la manera de los antiguos griegos (algo anacrónico por cierto) trato de vivir conforme a su filosofía.

CB dijo...

Mis más sinceras felicitaciones por el blog y mi ás sincera envidia por el tiempo que le dedicás a la lectura!
Te invito a visitar mi blog (mucho más modesto)en el que voy poniendo fragmentos de las lecturas que me gustaron.Se llama "Hojas sueltas".

Carlos Escobar dijo...

He leído muy poco de Wittgenstein, y sin embargo, lo que el me aclara (Wittgenstein), leyendo "Movimientos del Pensar", es que llevar una vida filosófica es imposible, y que la apuesta es definitiva en W. Y en uno mismo, si se toma dicho riesgo.

Raoul Duke dijo...

Acabo de terminarlo de leer, con la tranquilidad y tiempo suficiente para ir digeriendo este libro, no por lo dificil que es, sino porque es BRUTAL, simplemente.

Brigantinus dijo...

Creo que va llegando la hora de releer este libro. Ciertos libros me gusta releerlos después de varios años. No son muchos, pero el de Monk entra en este grupito selecto.