jueves, 5 de julio de 2007

J.Carroll. La casa de la guerra

Éste es mi segundo libro seleccionado para mis vacaciones. He mirado varios, hojeado y repasado, y al final, me incliné por el que hoy empiezo a comentar. Nada más he leído el Prólogo y algunas páginas sueltas al azar. Y me ha convencido (lo suficiente, por lo menos, para adquirirlo).

Antes que nada, y para que nadie se llame a engaño, quiero aclarar que me considero un amigo de EEUU y no estoy en absoluto de acuerdo con la propaganda hostil de diferentes pelajes. Desde estos foros se argumenta destacando todo lo malo del gran país del norte mientras se ocultan cuidadosamente los olvidos culpables propios, cuando no los crímenes escandalosos, que han cometido aquellos que se presentan como “progresistas” o “anti-imperialistas”. Lo curioso de las campañas contra EEUU es que se basan, en gran parte, en opiniones y datos proporcionados por autores norteamericanos, que han hecho de su radicalismo un interesante soporte de supervivencia y publicidad comercial. Por otra parte, con ojos europeos, resulta muy difícil comulgar con los furibundos anti yanquis latino americanos que, una vez conseguido el poder, lo primero que hacen es perseguir a los sectores de su propio pueblo que no piensan igual. Hay demasiada basura en ese inmenso conglomerado ideológico fóbico a EEUU y a la postre los bien intencionados sólo son los engañados que hacen el papel de idiotas útiles. Idiotas en el sentido literal del término, en tanto no perciben ni la complejidad de los procesos históricos ni los intereses subyacentes a los que agitan las aguas de su indignación emocional para pescar nuevas cuotas de poder que utilizarán ¡como no! inmediatamente para incrementar su patrimonio personal.

Pero, desde un punto de vista amistoso hacia EEUU, es también una ayuda que el mundo puede prestar a la gran potencia, escuchar y generar una importante audiencia para aquellos que muestran los errores en que sus gobernantes caen. Soy, por lo tanto, partidario de toda investigación que someta a juicio, con pruebas y con buenas intenciones, la política de cualquier país, y en particular, la política de aquellos que son determinantes en la marcha del mundo. Nunca debemos olvidar que un país, cualquier país, incluso el que ejerce el liderazgo mundial está formado por personas normales con su ambiciones habituales, sus puntos de vista (a veces muy limitados) y sometidos a los mismos errores que cualquier otro vecino de nuestro planeta. La magnitud de nuestros actos depende del lugar y la posición en que estamos, no de ninguna cualidad sobrehumana especial. Así es que hasta la más importante de las decisiones está tomada por el mismo personal que en otra situación, dirigiría una pequeña empresa o un negocio de barrio. No hay diferencia esencial entre humanos; sólo son las circunstancias las que determinan que unos pasen a la historia como famosos y otros se pierdan en la masa anónima que hace historia sin que queden registros personales. Así lo creo.

El libro que he seleccionado está escrito por el hijo de un general, que trabajó en el Pentágono más de veinte años, y según lo que he leído, no obstante sus lazos familiares, pretende investigar y analizar críticamente el papel y el poder de la jerarquía militar estadounidense en la política nacional e internacional de su país.

Esta parte del prólogo me pareció particularmente interesante, como propuesta:

“… Tengo los ojos del hijo de un soldado, y a través de ellos, por desgracia, lo veo todo. Este libro recorre un camino por un bosque de preguntas, con el propio Pentágono como una especie de bosque tenebroso. Las preguntas del niño se han convertido en las de un hombre.

¿Qué sucedió cuando las fuerzas impersonales de la burocracia de masas, la propia cultura del poder del Edificio, se juntó con la masa crítica del potencial nuclear? ¿Qué cambios se produjeron en las normas éticas de la política militar estadounidense en los años del Pentágono, durante la guerra mundial, durante la angustia marcial de la Guerra Fría y durante la precipitada carrera hacia el objetivo siempre inalcanzable de la superioridad nuclear? ¿Quiénes eran los hombres del Pentágono y como se relacionó la responsabilidad moral ante sus actuaciones con la inercia impersonal de la carrera armamentística? ¿Cómo equilibró Washington, según le ordena hacer la Constitución, la feroz concentración de poder e influencia en la orilla virginiana del río?

¿Cómo se ha apoderado de la psicología estadounidense la guerra global contra el terrorismo, hasta hacerla tan autodestructiva? Y, en suma ¿cómo podemos volver a situar a este usurpador de la soberanía y el poder nacionales bajo el control de los ciudadanos corrientes, empezando por el hombre desilusionado que ha terminado por ser aquel niño invisible del Pentágono? Ese hombre ha escrito este libro con el objetivo de librarse del peso de todas estas preguntas: para encontrar su camino en el bosque, para encontrar su luz en la oscuridad, ya que no puede volver a encontrarse con su padre. Este libro se ocupa del Edificio, de la bomba y de la batalla, que aún truena, por Estados Unidos.” (pag.XIV)

El Pentágono es un edificio, gigantesco, que se empezó a construir en 1941 y que desde su nacimiento ha representado el poder militar de EEUU. Así lo ha considerado Al Qaeda, al lanzar el avión de la American Airlines, vuelo 77, contra la cara del edificio que da al cementerio de Arlington, el 11 de septiembre del 2001. Este poder y su edificio central, ha estado y sigue ahí como elemento principal de la historia de la segunda parte del siglo XX y el nuevo siglo; por lo tanto un conocimiento más profundo de sus entresijos es necesario, para el ciudadano de a pié, a fin de comprende mejor, desde la lejanía de la calle cotidiana, como se toman las decisiones y que factores pueden estar implicados en elecciones que a veces marcan nuestra época y de manera forzosa a nuestras vidas.

Podría decirse, y me atrevo a suscribirlo, que esta información (que está a nuestro alcance) es más importante o tanto, como conocer las reglas de cálculo elemental. Estas reglas no nos darán la fortuna, ni impedirán que perdamos el trabajo, pero están ahí, para permitirnos comprender porque una operación económica ha resultado ruinosa o como es que la suerte nos ha favorecido inesperadamente.

A la vuelta, espero dar noticia más cumplida de este texto, aprovechando que el tiempo de vacaciones es, si se quiere, un momento de reflexión sobre todo provocado por la mudanza voluntaria de lugar y costumbres.

Ficha Bibliográfica:

Carroll(2006), James Carroll, “La casa de la guerra”, Editorial Crítica. Colección Memoria Crítica, www.ed-critica.es, Madrid, 2007, pág.996. Tit.Orig: House of War. The Pentagon and the Disastrous Rise of American Power. Houghton Mifflin Company, USA, 2006.

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