martes, 21 de agosto de 2007

A.de Botton. Beso a ciegas

Este autor es uno de mis preferidos. Y se da la paradoja que a pesar de ello hasta ahora no he comentado ni uno sólo de sus libros. Así que al darme cuenta de ello corriendo me he puesto a la tarea y quiero comentar uno de los leídos, que me llamó particularmente la atención.

Ya hace años que me complace el género biográfico, quizá por que me permite acercarme a los autores que me interesan desde un ángulo diferente. El único problema (para mí) es que hay muchas biografías en el mercado, pero pocas de los personajes que busco ¡que le vamos a hacer!

Quizá por ello me fijé en éste, de Botton, que fue el primero que leí de los publicados en español, y es que hojeándolo uno ya percibe la burla al género aunque el texto aparente seriedad. ¿Qué pasaría si aplicáramos los procedimientos de búsqueda, selección e interpretación, normales en un biógrafo, a una persona vulgar, carente de todo interés público o histórico?

Pues bien, Botton se pone a la tarea e intenta rastrear el pasado y el presente de una persona que, todavía viva, tiene la particularidad de estar ligada sentimentalmente a él. Digamos que, en términos antiguos, es lo que se llamaba “su novia”.

Reconstruir su genealogía, sus gustos literarios, los hipotéticos traumas infantiles, su pensamientos íntimos, sus opiniones políticas… describir la conducta del héroe desapasionadamente, a pesar de su vínculo personal; todo lo que constituye el entramado de una biografía aquí lo tenemos, sólo que aplicado a una persona vulgar (termino usado aquí no peyorativamente, sino puramente indicativo).

Además el texto está acompañado por las inevitables fotos de las biografías serias; aquellas donde el personaje se muestra en su más tierna infancia, luego con sus amigos de colegio, más tarde con sus relaciones juveniles y en todas las circunstancias que el biografo haya podido recolectar para su trabajo.

En el proceso Botton tiene las mismas incertidumbres de cualquiera que aborde la construcción de una biografía, y también se ve obligado a generar interpretaciones, allí donde el personaje principal calla o faltan documentos ilustrativos.

Por supuesto no se olvida de comparar su trabajo con otros similares y en el proceso nos permite comprender, las dificultades de comprensión que tiene cualquier biografo con el objeto de sus afanes.

El arte de escribir una buena biografía podría consistir en saber cuando parar. “Una biografía debiera ser tan larga como la de Boswell o tan corta como las de Aubrey”, afirmó Litton Strachey al comparar el monstruo de 1492 páginas que escribió James Boswell sobre Johnson con los esbozos anoréxicos de John Aubrey a propósito de ciertas celebridades del siglo XVII. “Ese método de acumular hasta la saciedad toda suerte de elaborados detalles, el que dio lugar a la Vida de Johnson, es sin duda excelente –reconoció Strachey-, pero si eso no es posible, es mejor no quedarse en las medias tintas: es mejor apuntar a lo esencial, a captar una vívida imagen, en una o dos páginas, sin explicaciones, transiciones, comentarios ni rellenos.”

No le faltaba razón. Encajar toda una vida en una superficie no mayor que la de una tostada resulta sumamente atractivo.” (pág. 237)

No obstante esta reflexión Botton se inclina, por razones que explica, por el camino intermedio, y es en esa zona, habitual por otra parte en las biografías que se publican, donde se le plantean las decisiones que debe abordar para llegar a buen puerto.

Un libro, en suma, que resulta divertido por la colección de situaciones anodinas y vulgares tratadas como episodios históricos trascendentes y que, no obstante su nimiedad, plantean idénticos problemas de reconstrucción, tal como se hubiese hecho si la heroína hubiera sido un personaje famoso y digno del interés de cualquier lector culto.

El humor de Botton nos lleva, de página en página a desconfiar de las biografías en general; a advertir las operaciones secretas de la “cocina” del escritor, y a como el personaje si bien es real, no obstante toma, en algunos momentos, la característica idealizada de un personaje de ficción.

Nota: quisiera agregar que el título de la edición española me parece francamente estúpido. Pero estos hechos no son raros en nuestro país; así que sólo queda avisar.

Ficha bibliográfica:
Botton(1995), Alain de Botton, “Beso a ciegas”, Ediciones B, Barcelona marzo de 1999, pág.266, Tit.Orig: Kiss and Tell.

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