lunes, 1 de octubre de 2007

N.J.G. Pounds. La vida cotidiana

El autor, profesor de la Universidad de Cambridge, es presidente del Royal Achaelogical Institute, y ha escrito, entre diversas obras, una Historia económica de la Europa Medieval, que también ha sido publicada en español (aunque hace años, 1981, y es posible que sea inhallable).

Como explica en el Prefacio el libro pretende ocuparse de la “cultura material”, es decir de todo lo que los seres humanos han construido para solventar sus necesidades tanto de supervivencia como de más alto nivel. Es una historia de cosas y de cómo los hombres las usaban, pero también es una historia de los individuos y los pueblos para vivir mejor y enfrentarse con los problemas de la enfermedad, el transporte, la economía y la organización social. Abarca desde la prehistoria hasta principios del siglo XX y puede leerse el texto por capítulos, empezando por aquellos que tengan relación con otras lecturas o estudios que hagamos. Veremos que nos ofrece un panorama verdaderamente tridimensional donde situar mejor nuestras lecturas para recrear la época con detalles que normalmente escapan a los autores más centrados en desarrollar los objetivos de sus libros.

Tomemos, por ejemplo, los principios del 1300. En 1312 Felipe IV, el hermoso, rey de Francia, se las había tomado con los templarios y en el período de 1307 a 1312 liquidó la famosa Orden haciéndola entrar en la inmortalidad. En 1314 es ejecutado el gran maestre de los Templarios, Jacques de Molay, y leyendo este libro podemos enterarnos que: “El verano de 1314 había sido lluvioso, aunque no en exceso, en gran parte del norte de Europa. El invierno siguiente fue frío, pero fue hasta la primavera de 1315 cuando el tiempo empeoró ostensiblemente. Empezó a llover, y, en gran parte del centro y el oeste de Europa, no paró en todo el invierno y la primavera. Muchas regiones se inundaron, y los cultivos se pudrieron en la propia tierra. El desastre fue tal, que en los Países Bajos se comparó al Diluvio. Pero, además de llover, hizo un frío excepcional en verano, de modo que los cultivos que no se pudrieron no llegaron a madurar. Pronto se agotaron las existencias de cereales, y al llegar la primavera de 1316 la hambruna se había extendido por grandes áreas, y se decía que había quienes se entregaban al canibalismo. Como siempre sucede en estos casos, el hambre venía acompañada de enfermedades: ergotismo y disentería fueron la consecuencia del consumo de alimentos en mal estado. Al mismo tiempo, disminuía la resistencia a las enfermedades epidémicas, y las enfermedades cutáneas, producto de la avitaminosis, empezaron a menudear…” (pág. 307).

No se trata de curiosear en los desastres pasados, sino de situar los hechos históricos en un contexto mayor para recrear, en la medida de nuestra imaginación el mundo que uno intenta conocer. Para ello este libro ofrece datos increíbles y da una perspectiva, como digo más arriba, mucho más realista.

También podemos seguir el desarrollo de la tecnología y comprobar que sus efectos existieron en todas las épocas: “El uso creciente de la energía mecánica a partir de la Edad Media fue un factor decisivo en los cambios que experimentaron las condiciones materiales de vida. Su importancia en el incremento del volumen de producción, en cifras tanto absolutas como relativas con respecto al esfuerzo exigido, ya la hemos ponderado. En este sentido, sus consecuencias fueron totalmente beneficiosas. Pero, por lo menos al principio, sólo podía disponerse de energía mecánica en cantidades grandes, a veces demasiado grandes, por lo que se hizo necesaria una profunda reorganización de los procesos productivos.” (pág.387)

O para dar una idea más completa del libro que comento, este otro párrafo: “Gran parte de los comestibles de calidad superior, como la fruta, las verduras, el pescado y la carne sólo podían conservarse durante muy poco tiempo, algo que afectaba negativamente a los pobres, que sólo podían ir a comprar de vez en cuando, por lo que solían recurrir a alimentos que se conservasen bien, o sea, dejando a un lado la cuestión del precio, cereales, bulbos, raíces y tubérculos, queso y carne ahumada o salada. El consumo de azúcar se disparó en Gran Bretaña y seguramente en toda Europa a lo largo del siglo [se refiere al siglo XIX], no por su valor nutritivo, más bien escaso, sino porque se conservaba bien.” (pág.511)

Para evitar los anacronismos, para situar los episodios históricos; tanto para leer como un libro más o para consultar, como apoyo, de otros libros que versan sobre episodios históricos, éste puede resultar de gran utilidad. Por eso lo incluyo en este blog.

Ficha Bibliográfica:

Pounds(1989), Norman J.G. Pounds, “La vida cotidiana. Historia de la cultura material”, Crítica, Libros de Historia, Barcelona, noviembre de 1999, pág.572. Tit.Orig: Herat and Home. A Hystory of Material Culture. Indiana University Press, Blomington.

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