sábado, 8 de diciembre de 2007

M.Barbery. La elegancia del erizo

Comentar un libro es algo que se puede hacer sin grandes reparos… sin embargo enjuiciar la labor de otro que puede haber pasado meses, sino años, trabajando un tema, o pensando en él, o dedicándole un esfuerzo previo muy considerable (con lo que, además, implica de retiro de labores más placenteras) merecería una atención y aplicación extraordinaria. Si no lo intentamos podríamos ser muy injustos… algo que parece un pecado menor; como si el hablar o el escribir enjuiciando la labor ajena fuera una tarea trivial, incluso inocente. Yo no puedo considerarlo así. Cada vez que somos injustos con otros de palabra, contribuimos a la polución mental que rodea a nuestra especie. Es como si agregáramos una minúscula proporción de detritus al aire que respiramos. Tómese en cuenta que digo "somos injustos" y no somos honrados o somos francos o somos objetivos. Explicar las diferencias me llevaría, me temo, algunas páginas y no es éste blog el lugar más adecuado. En todo caso entiendo que la "justicia" en este caso se trata nada más ni nada menos que ponernos imaginariamente en el lugar del otro y mirar a su "bebé" con ojos que intentan apreciar sus pequeñas y ocultas cualidades.

Todo este prólogo tiene que ver con "La elegancia del erizo", una novela que leí con interés pero que a la postre me dejó insatisfecho. Y no lo digo por el final (que no pienso contar) sino más bien por la naturaleza de sus personajes cuyas personalidades son tan homogéneas que sus actuaciones recuerdan a una fábula más que a una novela de las que estoy acostumbrado. Me entero que Muriel Barbery, francesa, 1969, es profesora de filosofía, autora de otra novela exitosa (traducida a doce lenguas) y que ésta, ahora citada, ha superado los 250.000 ejemplares vendidos. Para colmo se está preparando una versión cinematográfica (que no tengo, y me adelanto, ningún interés en ver); o sea que la autora no necesita de nuestra consideración particular porque le va muy bien en el mundo literario y económico… pero, no obstante, como decía al principio siento muchos reparos en juzgar alegremente y luego dar carpetazo al tema. Es poco verosímil, creo, encontrarse con una portera que lee a Husserl y además sea capaz de llegar a una conclusión sobre este filósofo (lo digo con cierta envidia porque yo no he podido hacerlo), si le agregamos una niña en la edad de la pubertad que puede dialogar de igual a igual con el psicoanalista de su madre (una mujer de muy buena posición) y para colmo establecer un acuerdo de no-interferencia con el susodicho, ello linda con la ciencia ficción. El tercer personaje importante de esta historia es un japonés que parece el sabio de la montaña y que además ha hecho mucho dinero (una combinación posible y sin embargo lamentablemente poco frecuente ) y, en fin, la trama que reúne a estas personas y a otras, digamos, secundarias tiene bastante de extraña, cosa que en si mismo no sería desagradable (leemos novelas la mayor parte de las veces para abrir una ventana en nuestro mundo cotidiano), si fuera mínimamente creíble. Por otra parte, debo destacarlo, sus diálogos son muy inteligentes y el humor de sus análisis es refinado, como cabe, por supuesto, a un autor de esta parte del mundo; "En el capítulo cinematográfico, por el contrario, mi eclecticismo alcanza cotas insospechadas. Me gustan las películas comerciales americanas y las obras del cine de autor. De hecho, durante mucho tiempo consumí preferentemente cine de entretenimiento americano o inglés, con excepción de algunas obras serias que yo consideraba con mi mirada pronta a pasarlo todo por el tamiz de la estética, esa mirada pasional y empática que sólo se codea con el entretenimiento. Greenaway suscita en mi admiración, interés y bostezos, mientras que lloro cual magdalena esponjosa cada vez que Melly Mammy suben la escalera de los Butler tras la muerte de Bonnie Blue, y considero Blade Runner una obra maestra de la distracción de primera categoría. Durante mucho tiempo, he estimado una fatalidad que el séptimo arte fuera bello, poderoso y soporífero y que el cine de entretenimiento fuera fútil, divertido y abrumador" (pág.74)

De todos modos soy consciente que otra persona, sobre todo si fuera del otro sexo (no "género" como estúpidamente se ha puesto de moda por estos lados), encontraría en este libro cosas que yo no he sabido ver ni sentir. Así que me decidí a incluirlo en este blog que tiene por norma no comentar aquellos libros que me hayan desagradado.

Ficha Bibliográfica:

Barbery(2006), Muriel Barbery, "La elegancia del erizo", Seix Barral, Biblioteca Formentor, Barcelona, septiembre 2007, www.seix-barral.es, pág. 364. Tit.Orig: L'élégance du hérisson, Editions Gallimard, 2006.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me decepcionó también este libro. Me habían dado una crítica muy buena y las expectativas que tenía no se cumplieron. Lo terminé, pero lo encontré demasiado rebuscado y poco creible como ya se ha comentado.

Vicky dijo...

Acabo de leer tu reflexión sobre el libro de Muriel Barbery "La Elegancia del Erizo) y he sentido la necesidad de contarte la historia de algunas personas con las que he tenido o tengo contacto. Así, hace poco descubrí que alguién a quien conozco hace veinte años era primo del pintor José Vela Zanetti (una de sus obras es un mural en el edificio de la sede de ONU en Nueva York), y me encandila cada vez que me regala su conversación sobre libros que ha leído hace muchísimo tiempo mostrando una memoria y una capacidad de crítica maravillosa. Tiene 85 años y se caracteriza por su humildad y sus silencios más que por los cargos que ha ostentado y de los que nunca habla.

Tengo una clienta ucraniana que es empleada de hogar a pesar de que en su país se doctoró en Ingeniería. No se lo cuenta a nadie por que le da vergüenza, y a veces nos reímos por que sus empleadores se esfuerzan en explicarle el funcionamiento de la lavadora, o de la aspiradora.

Otro cliente posee una de las fortunas más importantes de su ciudad (capital de provincia), y sin embargo todavía mantiene un seat 600 por que "no hay que tirar lo que todavía puede ser útil". Me encanta cómo le brillan los ojos cuando mira el vehículo.

Llevo veinte años de profesión y te puedo asegurar que no hay semana que no conozca o descubra a alguién cultural o emocionalmente sorprendente y que sin embargo busca el anónimato más absoluto.

Y yo, fuí esa niña que con once años había leído a Bequer, a Unamuno, adoraba a García Lorca, y disfrutaba con las novelas de John Ball o Barbara Michaels, entre otros muchos. Ayudaba en los veranos a mi padre en la consulta médica, y era muy consciente de la realidad que me rodeaba. Aún hoy, mi familia me considera la "memoria histórica" de la casa.

Como habrás adivinado para mi el libro de la Sra. Barbery ha sido como para otros fue en su momento "La Colmena", un reflejo fiel de la realidad que vivo. Una realidad que de cuando en cuando me hace sonreir.

Un abrazo, y gracias por tu blog.

Brigantinus dijo...

Lo que has escrito Vicky me ha llamado la atención. No había pensado el libro desde la perspectiva que comentas.
Aprovecho para repetir que todas mis reflexiones en este blog son sólo lo que he pensado en el momento; y que si volviera a escribirlas, tiempo después, seguro que agregaría, modificaría y eliminaría algunos de mis juicios. Tienen el valor, en todo caso, de una "foto" documental; nada más.

Anónimo dijo...

Pues yo soy del "otro sexo" como tú dices y ni tan siquiera fui capaz de terminar este libro. No me atrapó y lo dejé. Me alegro de haber dado con tu reseña porque me sentía un bicho raro por no haber sabido ver en este libro lo que al parecer la mayoría sí vieron.