martes, 4 de marzo de 2008

J. Fest. Conversaciones con Albert Speer

Hace muy poco tiempo que se ha publicado en español este libro de Joachim Fest (1926-2006), excelente historiador y periodista que ha escrito varios libros imprescindibles sobre la Alemania de Hitler. Pero Fest, a pesar de sospechar seriamente que Speer estaba enterado de la matanza sistemática que se producía en los campos de concentración, nunca pudo obtener una confesión sobre este aspecto que siempre negó el que fue el amigo más cercano a Hitler. Documentos descubiertos recientemente arrojan una muy seria sospecha hacia Speer por estar al tanto de lo realmente sucedió (ver) más este singular personaje logró engañar a todos, incluso a aquellos que como Joachim Fest estuvieron trabajando codo a codo con él en sus memorias. El trabajo conjunto con Speer está detallado en estos apuntes marginales que Fest no realizó para publicarlos sino para recordar la información y los detalles de época que Speer le proporcionaba con motivo de sus “Memorias”. Por lo tanto recomiendo que este libro sea leído junto con las famosas “Memorias” ya que las complementa desde un ángulo que normalmente permanece oculto al lector.

Está demás decir que la figura de Albert Speer es muy literaria y que su vida provoca más enigmas que respuestas. Un hombre inteligente, con gran capacidad organizativa, sensible y de mentalidad artística, capaz de hablar de tú a tú con su Führer y que recibió de él privilegios especiales hasta su final wagneriano. Como escribe reflexivamente Fest: “…Sin duda en la conversación Speer se muestra simpático, inteligente y sensato. Pero me pregunto si esos rasgos civilizados no serán precisamente los que hacen de él un ser tan aterrador. Porque, si un hombre de su educación, con sus criterios y su sensibilidad moral, no sólo no se escandalizó ante el crimen que lo rodeaba, sino que además era capaz de sentarse a la misma mesa de los criminales, ¿dónde estaba el límite? Por lo visto, no existe tal límite. Un abismo se abre bajo nuestros pies. Paradójicamente, no son los Streicher, los Sauckel ni los “criminales políticos” de Trevor-Roper los que resultan tan inquietantes. Todas las sociedades producen gente así. Con verles la cara uno ya sabe a que atenerse. Al ver el rostro de los Speer, en cambio, no percibimos nada o percibimos algo que no es. Estas personas hacen que se derrumbe toda una imagen del ser humano.

Quizá el problema estribe, justamente, en la diferencia inconmensurable que hay entre la apariencia culta de Speer y el funesto papel político que desempeñó.” (pág.137).

En mi opinión Speer fue un hombre inteligente y con ambición que estuvo en el lugar adecuado en el momento oportuno y que aprovechó su oportunidad (no debemos caer en el pecado de dar por sentado cosas que aún no habían sucedido y que en su momento eran inimaginables). Una vez en la rueda se dejó llevar cada vez más arriba, y al llegar a la cumbre no tenía ningunas ganas de bajar al llano para defender cuestiones que en ese momento, probablemente, y por no estar ligadas directamente a su trabajo, era mejor dejar en la duda complaciente. La facultad de auto engañarnos es gigantesca y opera tan a menudo que probablemente tenga algún valor biológico de supervivencia. Una vez que todo se derrumbó supo encontrar intuitivamente la mejor posición para evitar la pena de muerte y luego la adecuada para subsistir hasta el final. Si alguna enseñanza deja, según lo veo, es que no existen barreras morales para los que ejercen el poder; quizá por eso hayan sido convertidos en héroes personajes como Tomas Moro, que afrontó el cadalso antes que torcer sus convicciones. Es un héroe porque no es común, más aún… es excepcional. Así que podemos suponer que cualquier régimen, incluyendo los democráticos (no es privilegio sólo de los totalitarios), tendremos gente inteligente, sensible y culta que mirará para otro lado antes que enfrentarse a los hechos. Así ha sido, y así será.

Nota: la foto de la portada fue proporcionada por Speer al autor y en ella se muestra a Hitler enojado con su arquitecto en algún momento del verano de 1939. Según recordaba Speer el motivo de la discusión había sido el secretario de Hitler, Bormann, al que Speer no podía ver. La foto es sugerente por más de un sentido, y no deja de evocar esas típicas peleas de enamorados.

Ficha Bibliográfica:

Fest(2005), Joachim Fest, “Conversaciones con Albert Speer. Preguntas sin respuesta”, Destino, Imago Mundi, www.edestino.es, Barcelona, febrero de 2008, pág. 231, Tit. Orig: Die unbeantwortbaren Fragen. Noticien über Gespräche mit Albert Speer zwischen Ende 1966 und 1981.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,
Me he permitido establecer un par de vínculos desde el sitio web www.marcjimenez.com a esta entrada del blog. Las opiniones aquí expuestas son de mucho interés.