jueves, 15 de enero de 2009

S. Larsson. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Millennium 2

Stieg larsson es un fenómeno editorial, algo que ya comenté en la entrada referida a su primer libro "Los hombres que no amaban a las mujeres". Esta segunda entrega me confirma que es, o mejor dicho "era", un buen escritor. ¿Y como llegué a esta conclusión? Simplemente porque no tenía ganas de leer novelas por estar en otros temas y por lo tanto empecé sin entusiasmo, sólo tentado por el recuerdo de lo bien que lo había pasado con su creación anterior. Así que mi reencuentro fue al principio discreto y con interrupciones. El libro traía una banda roja, publicitaria con una cita de Sergio Vila-Sanjuán, del diario La Vanguardia: "¿Que si engancha? Cuando se decidan a abrir el libro, mejor cancelen todas sus citas importantes". Bien... no es para tanto, pensaba. No obstante uno descubre que si se persiste unos capítulos la espera se verá recompensada con una trama inverosímil y a la vez atrayente. Es evidente que no me entusiasmó tanto como el primero (algo que puede atribuirse no tanto al autor como a mi estado de ánimo), pero luego debo constar que abandonarlo para otras lecturas me requería un pequeño esfuerzo de voluntad. Conclusión: Stieg Larsson merece conocerse y si ya es así no hay ninguna razón para no seguirlo en su segunda parte.

Esta vez el tema no va de asesino perverso o de perverso y además homicida, sino que tiene el enfoque más clásico de un doble asesinato con policía despistada tomando el camino equivocado. Otra cosa que cambia es el personaje central; en esta segunda parte no es el periodista Mikael Blomkvist sino su singular y algo rara ayudante... pero no deseo agregar nada más porque eso de contar el argumento me parece, como ya lo he escrito otras veces, algo innecesario y además dañino, si se trata de una novela policíaca o de misterio. Baste con decir que, como en los clásicos del género las apariencias no coinciden con la realidad. Algo al que todos estamos acostumbrados, pero que siempre nos maravilla cuando nos sentamos a escuchar a buen contador de cuentos. La misma razón, por cierto, que nos lleva a aplaudir aquellos magos que sacan palomas de la chistera y eso que todo el público sabe perfectamente que siempre hay un truco que pasa desapercibido.

Otro detalle interesante que puedo anotar radica en que Stieg Larsson no muestra un gran aprecio por el establishment de su país. “Dentro de la Administración se suponía que era socialdemócrata, pero, en realidad, Ekström no tenía el menor interés por los partidos políticos. Empezó a despertar cierta atención mediática, y en los pasillos del poder comenzaron a fijarse en él. Se trataba, sin lugar a dudas, de un buen candidato para ocupar cargos importantes, y, gracias a su supuesta vena ideológica, disfrutó de una amplia red de contactos en ámbitos tanto políticos como policiales. Entre los policías, las opiniones sobre la capacidad de Ekström estaban divididas. Los informes que realizó para el ministerio de Justicia no habían favorecido, precisamente, a aquellos círculos policiales que defendían que la mejor manera de garantizar la seguridad jurídica era reclutando más policías. Pero, por otra parte, Ekström se había distinguido por no andarse con chiquitas cada vez que llevaba un caso a juicio.” (pág. 280)  Ni policía, ni fiscales, ni médicos reconocidos son en realidad gran cosa; este ángulo de visión provee al texto de un suave tono crítico que es propio de las novelas policíacas de nuestro tiempo. A veces diera la impresión que los verdaderos estudios de sociología están más en manos de los escritores que de los profesionales académicos. No pierdo la esperanza que algún día será diferente; pero mientras tanto la literatura siempre da más de lo que ofrece a simple vista.

Ficha Bibliográfica:

Larsson(), Stieg Larsson. "La Chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Millennium 2" Destino, Barcelona, noviembre 2008, cuarta reimpresión diciembre 2008. pp. 749. Tit. Original: Flickan som lekte med elden. Millennium 2, Nortstedts

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